Dice Federico Martín Bahamontes que los ciclistas que hablan mucho en el pelotón corren poco. Unzúe y Echavarri, dos maestros de esto, también coincidian en que cuando Indurain estaba muy dicharachero... malo. Hasta el mismo Perico, que no se calla ni debajo del agua, reconoce que solía permanecer en silencio los días importantes. Esta manía contra la verborrea que abunda entre los grandes ciclistas debe ser aconsejable, pero en mi persona es más que complicado de aplicar. Debo ser de los que dan la vara a todo el pelotón, porque después de cada marcha acabo conociendo a no menos de media docena de ciclistas y luego, pasa lo que pasa.
La XI edición de la Marcha Cicloturista de Consuegra reunió a muchos con los que he coincidido esta temporada. Vale que vengan los de Almagro, Sonseca o incluso Madrid, pero encontrarme a cicloturistas de Almería o el País Vasco que me conocían resultó ser una grata e inesperada sorpresa.
Al final, de los casi 170 que tomamos la salida podía hablar sin problemas con casi la mitad, así que me dedique a conocer al resto. Por una vez las piernas respondían al gusto del consumidor, así que a darle al palique durante los casi 105 kilómetros que duró la marcha. Es más, batí el récord del año pasado, en el que además de pedalear retransmití por el móvil la carrera.
Tuve que ahorrar palabras, sólo porque me faltaba el aliento, que conste, en los 10 kilómetros del final. Incluso se me entrecortó la respiración después de ver cómo media docena de compañeros rodaba por los suelos cuando el pelotón marchaba a casi 40 por hora. Esfuerzo y a enganchar con el resto.
Eso sí, en la subida al Castillo me marqué el ritmo Sastre. Tranquilito y a esperar como se movían en resto. Primero salió como una flecha Jesús Lucio Domínguez, ciclista amateur. Ni me inmuté. Esas aceleraciones son cómo agujas para mis piernas de diesel. Detrás de él una docena de ciclistas. Incautos. Me quedé en el puesto 13, a unos 100 metros del grupo cabecero. Cuando Domínguez pegó el último arreón aproveché la oportunidad. Muchos de los que intentaron seguirle acabaron pagando las consecuencias. Desfondados. Adelanté a varios para acabar noveno y llevarme mi primera botija. Calladito, eso sí, porque a casi 200 pulsaciones es más que complicado hablar.
Encontrareis cualquier asunto relacionado con el deporte que suscite polémica.
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