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jueves, 29 de mayo de 2008

La Batalla del Agua






Hay tópicos falsos. Mentirosos hasta la saciedad. ¿Quién decía que en Ciudad Real no llueve? Yo, a partir de ahora, no. Qué mejor que un 25 de mayo para hacer 170 kilómetros por La Mancha. Calor y buenos alimentos, en principio. Agua y hambre, al final. Nadie sabe, hasta que lo prueba, lo que es salir en una marcha lloviendo a cantaros y lo peor, tener la intuición que por delante quedan no menos de cuatro horas y media de ¿agua?.

Así nos pusimos en ruta, despacito para nos resbalar en los pasos de cebra de Ciudad Real. Fue salir casco urbano y comenzar a acelerar. Ya daba lo mismo que lloviese. Nadie frenaba. El que paraba a ponerse el chubasquero perdía el tren, por lo que el que suscribe se mojó hasta el tuétano. Cuando tuvo tiempo de ponermelo estaba tan mojado que dije, ¿para qué? y siguió en mi chepa durante toda la marcha.

A los 10 kilómetros el primer repecho y la primera selección, en la bajada, porque allí no había quien frenase, hasta tuve que sacar una vez el pie a lo Moto GP para no irme al suelo. En este repechito me encontré con Raúl y Javi y hasta luego lucas. Yo solito todo el rato. Ni Tape, ni Manolo, ni Escribano. Otra vez sólo.

Dos repechos más allá de esta Batalla del Agua me ví metido en un grupo y cuando avisté a José Eugenio y a Óscar Laguna me dije... a que voy entre los primeros. Era verdad... a medias. Por delante se había hecho una escapada cuando más agua caía y los 10 que se fugaron eran de los buenos... así qué. A esperar al Alto de la Toledana.

La subida la aguanté bien. El problema, de nuevo, la bajada. Por coger un botella de agua, me quedaban 70 kilómetros y era obligatorio a pesar de toda la que llevaba en el maillot, se piró el tren. Poco a poco fuimos formando un grupete majo, de esos que tiramos 10 y otros 20 se quedan mirando y esperando a que atrapemos a los primeros.

Como suele pasar en estos casos, no atrapamos al grupo delantero, pero sí pudimos echar la bronca a los que venían a rueda y, sobre todo, dejar pasar primeros a dos de Puertollano que se pasaron los últimos 20 kilómetros tirando a saco.

Al final, puesto 61 de 296 con una media de 36 kilómetros hora en 177 kilómetros. Pero acabe fastidiado. No por la lluvia, ni por estar una hora sin poder ducharme, ni siquiera porque faltó comida, sino porque cuando llamé a la grupetta de Ermua me dijeron que había hecho casi calor y de agua, ni una gota. Que llueva en La Mancha y no en el País Vasco. Pues sí que manda el efecto invernadero este.






Las fotitos son cortesía de Luis Romeral, que se bajó cuando más llovía. En la primera soy el tercero del pelotón y después Javi y Raúl y Manolo y Escribano, que no sé que estarían haciendo pero tardaron un rato...

lunes, 26 de mayo de 2008

El chip fantasma (Capítulo II)

Como de errores andaba la cosa. No me conformé con cometer sólo dos. Al pie de Tornerías Sonse me confirmó que había visto a Óscar y que portaba su chubasquero amarillo, aunque el cielo no amenazaba lluvia y que, ¡oh sorpresa! había recuperado el famoso chip. Me quedé más tranquilo, mi vigilia nocturna tuvo alguna utilidad. Allí terminaron mis comentarios con alguien del club. Fue comenzar Tornerías y quedarme más sólo que la una. Ni trabajo de equipo ni leches. El puerto, bien. De esos con carreteras estrechas, piso irregular, vacas alrededor y depósitos vacunos sobre el asfalto. Al principio de la subida, estos regalos de las mujeres de los toros eran una anécdota. Dos kilómetros después, algo molestos, y en los dos últimos, cuando la calzada buscaba el 12%, un auténtico incordio. Tanto, que si te levantabas la rueda resbalaba de lo lindo. Boñigas aparte, en los 1.000 metros finales me recordaron que sólo llevaba un piñón del 25, demasiado poco...

Eso sí, tuve las santas narices de perder en la bajada todo lo que había ganado subiendo. La carretera parecía trazada por un ingeniero de caminos con media docena de copas. Una sucesión de curvas cerradas en la que las vacas también habían hecho de las suyas. Cualquiera se arriesgaba. Menuda vergüenza. Caerse por culpa de una boñiga. A ver quién lo cuenta después.

El siguiente puerto lo pasé a rueda de unos vasquitos majos y en la bajada hicimos una grupeta amplia, de esas en las que no hace falta tirar. Pronto encontré a alguien que me contase cómo era la subida. Maillot rojo con la inscripción de Valdepeñas y bicicleta de carbono de 3.000 euracos. Ese había venido más veces por aquí. Acerté de lleno. Me aconsejó comer antes de subir (no sabía lo de mi pastel hipercarbohidratado, seguro) y sobre todo guardar fuerzas para la Huesera.

Le hice caso. Me reservé hasta límite insospechados. Casi ni me sentaba en el sillín para no ir contra la gravedad. Después de una gracieta de la organización, ponían que un kilómetro era al 2,2% de desnivel cuando no bajaba del 8, llegó la Huesera. No estaba escrito en ningún sitio. Al menos no lo ví, pero la bici de repente se quedó parada. Tiré del cambio. Nada, no me quedaba ni un piñón y por delante se veían dos rampas de aúpa.

Busqué otra rueda buena, un vasquito de Mungía y me decidí a sufrir. Creo que no he repartido más chepazos en mi vida. El cuentakilómetros anunciaba nueve kilómetros hora y eso no se acababa. Pasé de la Huesera al Mirador de la Reina sin solución de continuidad. Penando. Después, cuando parecía que todo iba a acabar, nueva curva y nueva rampa. Interminable. Lo único que pensaba era la gran idea de hacer esta carrera en mayo. Si se hace en julio, con calor, humedad y porcentajes descomunales, la acaban tres.

Cuando creía atisbar la meta recordé que había un descansillo. Lo ví, una bajadita. El problema es que ese placer lo quitaba un cartel que rezaba "Próximo kilómetro al 9,9%" y claro, era inevitable echar cuentas. "O sea, que si ahora empiezo a bajar, y la media de este kilómetro es del 9,9%, lo que que queda es..." Sí, como un calambrazo en la entrepierna. Desgradable.

Y por fin, después de otra rampa y un kilómetro de niebla, coroné. Cuatro horas y 10 minutos a una media de 27, no estaba mal. Ahora tocaba la peor parte. Esperar. Vino Sonse, después Garoz y en tercera posición un nubarrón negrísimo de los no dejan dudas. Haciendo caso a la nube y sin saber por dónde andaba Óscar, y su chip, nos decidimos a bajar. Vimos a gente haciendo eses, a otra bajada de la bicicleta, algunos sentados en la cuneta, nos visitó la lluvia y justo antes de empezar lo duro nos encontramos a Óscar escoltado por el coche escoba. Sabemos que acabó, pero no cuando.

martes, 20 de mayo de 2008

El chip fantasma (Crónica de una subida a Los Lagos)

¿Dónde está mi chip? Ha desaparecido el chip. Seguro que se ha caído el chip. He perdido el chip. No está en la bolsa el chip... chip, chip y chip. Con esa palabra en la mente cerré los ojos la noche antes de ascender los Lagos de Covadonga. Eso sí, después de una buena serenata discutida con la armonía (ronquido va, ronquido viene) que me regalaron mis compañeros de habitación Sonse y Óscar. El famoso chip era con el que Óscar pretendía completar la Clásica y que, por supuesto, perdió sólo un segundo después de recibir el sobre de la inscripción.

Con el chip en la cabeza, seguro que hasta soñé con él, tocó el despertador a las 6 y media de la mañana. La salida era a las 9:00, pero siguiendo el consejo del Gero Ibérico decidí adelantar los horarios por lo que pudiera pasar. Toque de diana y en pie. Mientras que me visto el amigo Sonse comienza a engullir todo tipo de sustancias extrañas acabadas en -mina. (Menos mal que la Guardia Civil no nos paró por el camino. No hubiéramos pasado de Navacerrada). Yo me conformo con un trago de un líquido verde que nos habían dado en la salida y Óscar con levantarse de la cama. Nada más.

Mi desayuno estaba en la cafetería del hotel. 7:15. Sonse y yo cumplimos el horario previsto. Desayuno servido por Avelina. Nos cansamos de esperar a Óscar, subimos a la habitación y descubrimos que ha empezado a deglutir todo tipo de polvos diluidos en liquidos más que sospechosos. Entonces cometo mi primer error. Viendo el ánimo que tenían ellos por comer accedo a ingerir un pastel de hidratos de carbono. 90 gramos de sustancia que permanecerán en mi estómago unos 100 kilómetros. Aún hoy sigo sin hambre por el pastelito de la leche. Ellos a lo suyo. Más polvos, más sustancias....

8:30 Con todas las bicis montadas, vestidos de arriba abajo y los bolsillos del maillot bien llenos caímos en la cuenta. Éramos tres y se habían pagado cuatro inscripciones. Faltaba Garoz, una duda más que razonable. Le quedaban 20 kilómetros para llegar al hotel así que... carretera y manta. Óscar sigue sin el chip.

9:00 Parece que vamos a salir. Desparece Óscar. Si, en busca de su chip. Y de la nada nos encontramos con Garoz. Volvemos a ser tres. Dan el pistolezato de inicio y para delante como tiros. Enseguida me doy cuenta que aquí se corre de verdad. La primera vez que miro al cuentakilómetros llevamos una media de 42. En la segunda.... acabo de pillar la grupeta de Luis (el amigo de Javi Punzón) así que sube a 45. Ese fue mi segundo error.

Cuando decidí que lo mejor era parar me encuentro a Sonse en medio de un pelotón. Sólo somos dos y todavía no hemos llegado a Tornerías, primera dificultad montañosa del día... To be continued.

lunes, 5 de mayo de 2008

La Roda y la versión libre de la Sierra Norte


Voy a ir haciendo un resumen cortito y al pie de las marchas a las que acudamos los del club. Así que empiezo por La Roda, en la que debutamos esta temporada. Para empezar, madrugó de los buenos. Como previsores que somos, Sonrisas Camuñas, Rebellin Tapetado y un menda salimos a las 5:30 de Madridejos. Cuando llegamos casi no habían montado ni la salida. Eran las siete de la mañana y la carrera empezaba a las 8:30, así que echad cuentas de lo que nos dio tiempo a hacer. Conocimos el pueblo, tomamos un café, volvimos a conocer el pueblo y todavía nos quedó tiempo para chalar un ratito con los de la organización y probarnos los maillots.

Salimos tranquilitos porque los 30 kilómetros iniciales eran controlados, pero en cuanto se abrió la veda, como un tiro. No os digo velocidades porque mi cuaentakilómetros decidió cogerse unas merecidas vacaciones, pero sólo en tres repechos ya nos habíamos quedado por delante un grupo de 70 de los 180 que salimos.

Los siguientes repechos y el viento en contra impidieron más escaramuzas, pero nos pusieron las piernas a mil. Tanto, que a 30 kilómetros de meta se hizo el corte definitivo. Por delante un grupito de seis, detrás otro de 10 con Luis 'El Camuñero' y por detrás Tape y yo 'pegándonos' con el resto de la grupeta porque nadie quería tirar. Al final se nos marchó la burra y nos atacaron aquellos que estaban tan enfermos como para no dar un relevo. Qué se le va a hacer. Acabamos 44 y 45 a cuatro minutos del ganador, un tal José Eugenio que ya se llevó nuestra cicloturista. (De todos los que salen en la foto, pues el que aplaude). Por cierto, con una media de 33 y pico, que no está nada mal.Peor lo pasó el amigo Sonrisas, que tuvo un 'pajarón' de los que hacen época y acabó pidiendo la hora.

El segundo reto era la Sierra Norte, pero como a algunos señores de la Guardia Civil se les ocurrió suspenderla, pues nos hicimos un recorrido alternativo en plan protesta. Nos juntamos unos 70 tíos y tías, pero la gran noticia fue la presencia de un ente llamado Manolo, que no paró de quejarse cada vez que había un repecho de 50 metros. Que os voy a contar. Tape y Sonse también se apuntaron.

Al no ser marcha, pues tranquilidad, buenos alimentos y a esperar a los más lentos. Buen rollo y acelerones en los puertos, no para calentarnos, sino para jorobar un poco a Manolito. Qué le vamos a hacer. En total, 110 kilómetros por los puertos de la Sierra Norte y un entrecot de regalo con parte de la grupeta. Buen plan para un sábado de calor.

Lo próximo, los Lagos de Covadonga el 17 de mayo. Seguiremos informando. Por cierto, ya han publicado fotos de la Sierra Norte particular en un foro... aquí van algunas. Esta primera es la de Manolo con toda su pachorra. Si no sudó el muy perro.