Hay tópicos falsos. Mentirosos hasta la saciedad. ¿Quién decía que en Ciudad Real no llueve? Yo, a partir de ahora, no. Qué mejor que un 25 de mayo para hacer 170 kilómetros por La Mancha. Calor y buenos alimentos, en principio. Agua y hambre, al final. Nadie sabe, hasta que lo prueba, lo que es salir en una marcha lloviendo a cantaros y lo peor, tener la intuición que por delante quedan no menos de cuatro horas y media de ¿agua?.
Así nos pusimos en ruta, despacito para nos resbalar en los pasos de cebra de Ciudad Real. Fue salir casco urbano y comenzar a acelerar. Ya daba lo mismo que lloviese. Nadie frenaba. El que paraba a ponerse el chubasquero perdía el tren, por lo que el que suscribe se mojó hasta el tuétano. Cuando tuvo tiempo de ponermelo estaba tan mojado que dije, ¿para qué? y siguió en mi chepa durante toda la marcha.
A los 10 kilómetros el primer repecho y la primera selección, en la bajada, porque allí no había quien frenase, hasta tuve que sacar una vez el pie a lo Moto GP para no irme al suelo. En este repechito me encontré con Raúl y Javi y hasta luego lucas. Yo solito todo el rato. Ni Tape, ni Manolo, ni Escribano. Otra vez sólo.
Dos repechos más allá de esta Batalla del Agua me ví metido en un grupo y cuando avisté a José Eugenio y a Óscar Laguna me dije... a que voy entre los primeros. Era verdad... a medias. Por delante se había hecho una escapada cuando más agua caía y los 10 que se fugaron eran de los buenos... así qué. A esperar al Alto de la Toledana.
La subida la aguanté bien. El problema, de nuevo, la bajada. Por coger un botella de agua, me quedaban 70 kilómetros y era obligatorio a pesar de toda la que llevaba en el maillot, se piró el tren. Poco a poco fuimos formando un grupete majo, de esos que tiramos 10 y otros 20 se quedan mirando y esperando a que atrapemos a los primeros.
Como suele pasar en estos casos, no atrapamos al grupo delantero, pero sí pudimos echar la bronca a los que venían a rueda y, sobre todo, dejar pasar primeros a dos de Puertollano que se pasaron los últimos 20 kilómetros tirando a saco.
Al final, puesto 61 de 296 con una media de 36 kilómetros hora en 177 kilómetros. Pero acabe fastidiado. No por la lluvia, ni por estar una hora sin poder ducharme, ni siquiera porque faltó comida, sino porque cuando llamé a la grupetta de Ermua me dijeron que había hecho casi calor y de agua, ni una gota. Que llueva en La Mancha y no en el País Vasco. Pues sí que manda el efecto invernadero este.
Así nos pusimos en ruta, despacito para nos resbalar en los pasos de cebra de Ciudad Real. Fue salir casco urbano y comenzar a acelerar. Ya daba lo mismo que lloviese. Nadie frenaba. El que paraba a ponerse el chubasquero perdía el tren, por lo que el que suscribe se mojó hasta el tuétano. Cuando tuvo tiempo de ponermelo estaba tan mojado que dije, ¿para qué? y siguió en mi chepa durante toda la marcha.
A los 10 kilómetros el primer repecho y la primera selección, en la bajada, porque allí no había quien frenase, hasta tuve que sacar una vez el pie a lo Moto GP para no irme al suelo. En este repechito me encontré con Raúl y Javi y hasta luego lucas. Yo solito todo el rato. Ni Tape, ni Manolo, ni Escribano. Otra vez sólo.
Dos repechos más allá de esta Batalla del Agua me ví metido en un grupo y cuando avisté a José Eugenio y a Óscar Laguna me dije... a que voy entre los primeros. Era verdad... a medias. Por delante se había hecho una escapada cuando más agua caía y los 10 que se fugaron eran de los buenos... así qué. A esperar al Alto de la Toledana.
La subida la aguanté bien. El problema, de nuevo, la bajada. Por coger un botella de agua, me quedaban 70 kilómetros y era obligatorio a pesar de toda la que llevaba en el maillot, se piró el tren. Poco a poco fuimos formando un grupete majo, de esos que tiramos 10 y otros 20 se quedan mirando y esperando a que atrapemos a los primeros.
Como suele pasar en estos casos, no atrapamos al grupo delantero, pero sí pudimos echar la bronca a los que venían a rueda y, sobre todo, dejar pasar primeros a dos de Puertollano que se pasaron los últimos 20 kilómetros tirando a saco.
Al final, puesto 61 de 296 con una media de 36 kilómetros hora en 177 kilómetros. Pero acabe fastidiado. No por la lluvia, ni por estar una hora sin poder ducharme, ni siquiera porque faltó comida, sino porque cuando llamé a la grupetta de Ermua me dijeron que había hecho casi calor y de agua, ni una gota. Que llueva en La Mancha y no en el País Vasco. Pues sí que manda el efecto invernadero este.
Las fotitos son cortesía de Luis Romeral, que se bajó cuando más llovía. En la primera soy el tercero del pelotón y después Javi y Raúl y Manolo y Escribano, que no sé que estarían haciendo pero tardaron un rato...