Encontrareis cualquier asunto relacionado con el deporte que suscite polémica.

miércoles, 1 de agosto de 2007

¡¡¡Vamos Contador!!!


-¡¡¡¡Vamos Contador!!!!! Más deprisa-. Una maruja que ronda la cincuentena se desgañita gritando en una cuneta. No estamos subiendo el Aubisque, ni siquiera en Francia. Tampoco en el mes de julio y es muy improbable que el reciente ganador de la Grande Boucle esté entrenando por estas tierras. Es agosto en una carretera de Toledo. Pasan las nueve de la noche. La buena señora ha distinguido a un grupo de globeros y al ver uno vestido de amarillo no se ha podido contener -¡¡¡¡Vamos Contador!!!!- Haciendo, además, caso omiso a los otros cuatro que van a su alrededor. Cómo si sus pedaladas valiesen menos.


Esta escena, un mes antes, rayaría lo increíble. Habría sido más que un expediente x. Seguramente la señora ni conocía a Contador, ni estaba al tanto de que se corría el Tour, ni mucho menos dispuesta a animar a unos esforzados de la ruta del tres al cuarto. Le habría salido, como mucho, un ¡¡¡Indurain!!! pasado de moda.


Sin mirar el marketing y la publicidad, auténticos motores del ciclismo, ganar el Tour significa que todo el país vea a un españolito vestido de amarillo en lo alto de un podio. Que aquella señora ya tenga algo que gritar en la cuneta. No vale ser segundo.


Por cierto, el que iba de amarillo era el que suscribe y vestía viejo maillot que imita al del Tour del 97, antes de que Nike pusiera los precios por las nubes.