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martes, 3 de junio de 2008

El plátano de Contador, el bocata de Valverde y el pastel energético de Sonse (Crónica camuñera)

Si es que al final somos nosotros peores. Nos hemos empeñao en que para andar con la bici hay que beber polvos disueltos en isostar y comer barritas hiperenergéticas en las que cualquier parecido con un alimento es pura casualidad. Pese a que el ciclismo está profesionalizado al máximo, los grandes, cada vez dependen menos de las maltodextrinas, argininas, ácidos ramificados y demás potingues sintéticos. Los toman, sí, pero cuando tienen oportunidad de volver a lo auténtico, lo hacen.

Esto viene después de una imagen del amigo Contador en el Giro. Acababa de subir el Mortirolo respondiendo a los ataques del bocas de Riccò, llevaba ya casi 200 kilómetros en las piernas y para recuperar fuerzas antes de afrontar Aprica se tomó un plátano. Sí, de esos que se ven en el Mercadona o el Carrefour a precio de oro. Lo mismo pasa con Valverde. El año pasado descubrí que él y Pereiro, nada más terminar una etapa del Tour, se comen un bocata de jamón con tomate y una coca-cola, como si hubieran llegado a la meta de una carrera de cadetes.

Y ahora vamos nosotros. Domingo. 8:30 de la mañana. El nueve de gala del Deporsaburum hace su entrada triunfal en Camuñas dispuesto a dar la talla en la cicloturista. El amigo Sonse, al que no le ha dado tiempo a desayunar, se despacha de una 'sentá' un pastelito que parece cargado por el diablo. 90 gramos y 400 calorías. Y de postre, otra barrita. Yo aprendí la lección en Asturias. Cada vez que veo el pastel en cuestión recuerdo una de las digestiones más pesadas de mi vida.

En Camuñas llegó el turno de Tape 'Rebellin'. Como un tiro subió Los Santos. Sólo pude ver cómo se alejaba. Mis piernas estaban a esas horas de vacaciones. Bastante tenía con llegar. Menos mal que a golpe de relevos entraron en calor y en Los Morrones se portaron. De un grupillo de seis nos quedamos sólo dos. No fuimos a ningún sitio, porque en el llano nos atraparon. Castigo de escalador.

La última sorpresa me la dio 'Escri'. Después de pillar a mi grupo nos dio un relevito de los suyos. A 50 por hora y la gente rezando porque llegase la meta. Así pasó. En el sprint nos metimos cuatro. Eso sí, en 90 kilómetros libres con dos puertos y mala carretera, una media de 35,6... uff, uff.

Para el final me dejo la 'Manolada' del día. Después de atacar en el llano y quemar al 'Capi', al nene no se le ocurre otra cosa que quedarse en Madridejos porque "caían unas gotillas". Y luego que decimos...

Por cierto, que todas las fotos son del CC San Nicasio. Robadas de su web.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Luis, en la llegada di cuenta de 3 cervezas (excelente recuperador) y de comida normal y como Dios manda. Eso sí, el pastelito de marras (la mitad, que casi todo el equipo quería probarlo)hizo que mi estómago no se quejara en toda la marcha. Hay que valer pató (Sonse)